La leyenda popular asigna a la figura de Manuel Rodríguez varios hechos anecdóticos. Durante la Reconquista, y para facilitar su labor de espionaje en el territorio, utilizó diferentes disfraces, los que le sirvieron para no ser descubierto y juzgado por las autoridades realistas.
Así, tras ser perseguido, se refugió en el convento de Los Dominícos, vistiéndose de monje e, incluso, dirigió a sus perseguidores al interior del recinto para que buscaran al fugitivo. Se cuenta, además, que en otra ocasión se vistió de mendigo y le abrió la puerta al carruaje del gobernador Casimiro Marcó del Pont, quien le dio algunas monedas como limosna.
La primera inspección en el lugar sirvió para tomar apuntes, antecedentes y para confeccionar un mapa preliminar el cual actualmente está perdido. Llegando a casa el Pillo se sentó y junto a los antecedentes históricos y los apuntes tomados en el lugar genero este mapa del sistema de túneles y cómo funcionaba. Solo teoría, ya que había que ir a descubrirlos.
Los días siguientes el Pillo expuso su investigación y dibujos al equipo de amigos y en la noche comenzaron una nueva expedición al lugar de los supuestos acontecimientos.
Una vez dentro de la iglesia en el patio, sugestionado por lo lúgubre y antiguo del lugar escuchamos pasos, sonidos de cadenas arrastrándose e incluso algunos vieron el supuesto fantasma de Manuel Rodríguez disfrazado de monje y escabulléndose detrás de una puerta. Nadie se atrevía a entrar a ese pasillo oscuro donde había desaparecido la figura fantasmagórica y donde supuestamente estaba uno de los accesos al sistema de túneles.
Al final la expedición se desarticulo, todos cagados de miedo volvieron a casa y todo se olvido, quedando guardado como único vestigio este mapa, muestra de esta magnífica historia que vivimos en nuestra niñez.

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