En los hogares chilenos se veía el único televisor de la casa ubicado en el living. Nos teníamos que conformar con compartir la programación televisiva con nuestros padres y la única alternativa era a salir a jugar con los muchachos del pasaje en las clásicas Bicicletas de época, Las Mini CIC, ¿Quién no tuvo una?.
Estábamos ávidos por cada cosa nueva que aparecía. Nos instalábamos con unos Peta Zetas y mientras explotaban en la boca veíamos los partidos del Mundial de Futbol del 82 con su mascota oficial “Naranjito”.
Eran los comienzos de los ochentas y dejábamos el “anticuado” Pong para disfrutar del recién estrenado Atari. Parecía entonces que era más fácil hacer amigos en torno a este nuevo aparato y un campeonato de Pac-Man o Space Invaders que con cualquier otra cosa.
Y de tener casi como única entretención en la parrilla televisiva al Chavo del Ocho, pasamos bruscamente del blanco y negro al color con variada programación infantil para nuestro gusto. Los bochincheros, Pipiripao, Ya Somos Amigos y La Cafetera Voladora con la tía Patricia, El Conejito TV y tantos más que nos brindaron momentos de entretención.


Comenzamos a crecer y ya podíamos desplazarnos solos fuera de los limites de nuestro Barrio. ¿Quién no recuerda esos clásicos recorridos de micro-liebre que tomamos algún día cuando éramos pequeños?.

Algunos tomábamos la Colón el Llano, otros la Canal San Carlos, la Bilbao lo Franco o la Colón Oriente. A veces íbamos al desaparecido Cine Las Condes, pero había otros que preferían la gran pantalla Cinerama del Santa Lucia.
Dejamos de jugar con los Playmobil, ahora lo de moda era un helado Savory (con colmillos de vampiro de regalo incluido) o desafiar a algún amigo con el cubo Rubick, la última novedad.
Hablamos de aquellos años en los cuales se desarrollo la televisión vía satélite y podíamos ver los hechos en directo, al momento de los acontecimientos. Vimos estupefactos los lanzamientos del transbordador Columbia y con terror el incendio en la Torre Santa María.
También nos poníamos al tanto de las nuevas tendencias todos los fines de semana con Magnetoscopio Musical, teníamos nuestros primeros sueños húmedos con La Mujer Maravilla y si nos portábamos bien en la casa, nos dejaban pasar el horario límite demarcado por el Angelito del 13 que nos invitaba a irnos a la camita a dormir.
Los Vinilos quedaban en el olvido, los reemplazamos por los cassettes, formato que nos permitían tener mayor acceso a la música que nos gustaba e intercambiarla con nuestros amigos.
Para ese entonces ya no éramos tan niños, lo único que compartíamos con nuestros padres el Domingo era el Japening con Ja y veíamos a escondidas el destape en “Sabor Latino” con Antonio Vodanovich los días Lunes o el “Show de Benny Hill” el fin de semana.
Comenzábamos a asistir a nuestras primeras fiestas de colegio o a la Discola (ubicada al lado del Bowling), que era la única Discotheque juvenil para menores, no vendían bebidas Alcohólicas, aunque luego aprendimos la técnica para ingresar con ellas al local. Vestido a la moda con los clásicos pantalones amasados, camisa Smile, Polerón Ocean Pacific (OP), chalequito Pingui y mocasines Pluma. A la salida y con un voraz apetito cruzábamos Av. Apoquindo para comernos unas papas fritas en el Pollo Stop que estaba enfrente.
Nuestras primeras conquistas con el sexo opuesto casi siempre terminaban con alguna invitación a tomar un helado a uno de esos variados malls que se instalaban en la comuna de Las Condes. Ibamos al recién inaugurado “Parque Arauco” con nuestras madres que se pasaban al “Muricy” mientras nosotros nos quedábamos petrificados en la vitrina viendo la última generación de computadores, el Sinclair ZX81.
También fue época de asistir a grandes conciertos de Rock Latino, ahora auspiciados por la nueva bebida gaseosa Cola juvenil de moda, la “Free”.
Por ese entonces aun debíamos fumar un puchito a escondidas y teníamos hora para llegar de nuestros carretes juveniles. Es así como fue trascurriendo rápidamente la década de los ochentas, egresamos del colegio e ingresamos a la universidad, para más tarde salir y entrar al mundo laboral.
Grandes momentos inolvidables que nunca volverán y que solo quedaran en el recuerdo colectivo e individual de cada uno de nosotros. Los nostálgicos 80s!.
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